Cada avance busca algo en común: que la información llegue a las personas de manera más clara, útil y accesible. Los códigos de barras son un ejemplo perfecto. Durante años han sido esenciales para identificar productos y optimizar procesos, pero hoy el consumidor espera más. Quiere conocer qué hay detrás de lo que compra: ingredientes, materiales, alérgenos, origen o incluso el impacto ambiental.
Y justo ahí entran los códigos 2D, una evolución del código de barras tradicional que permite compartir más datos, mejorar la trazabilidad y abrir nuevas posibilidades de comunicación entre marcas y personas.
¿Quieres saber en qué se diferencian los códigos de barras tradicionales de los 2D y cómo pueden beneficiar a tu empresa?
La mañana del miércoles 26 de junio de 1974 parecía un día cualquiera. Sin embargo, en Troy, Ohio, estaba por ocurrir un momento histórico: el primer código de barras UPC fue escaneado sobre un paquete de chicles Wrigley’s en el supermercado Marsh’s.
Aunque ese día marcó el inicio de una nueva era para la logística y el comercio, la historia del código de barras comenzó mucho antes. Más de 50 años atrás, Joseph Woodland y Bernard Silver desarrollaron la primera patente en Estados Unidos, en 1952. Su objetivo original era identificar vagones de ferrocarril y su contenido, un concepto que más tarde evolucionaría hasta llegar a los códigos impresos en productos que usamos cada día.
Hoy el código de barras es un elemento tan común que apenas lo notamos. Sabemos que se usa para cobrar un producto en caja, pero en realidad guarda mucha más información: el lugar de fabricación, el número de lote, la fecha de caducidad y hasta datos para rastreo, verificación de autenticidad o control logístico.
Los códigos 1D, o unidimensionales, están formados por líneas verticales de distintos grosores y espacios en blanco. Cada combinación representa información alfanumérica que puede ser leída por un escáner láser. Su capacidad de almacenamiento es limitada generalmente entre 8 y 15 caracteres lo que restringe el tipo de información que pueden contener.
Los formatos más comunes de este tipo son el Código Universal de Producto (UPC) y el Número de Artículo Europeo (EAN), ambos ampliamente utilizados en la comercialización de productos minoristas alrededor del mundo.

Después de que los códigos de barras lideraran el sector comercial durante casi medio siglo, los códigos 2D llegaron para innovar, optimizar y mejorar los procesos de registro de datos que ya conocemos.
En la introducción hablamos sobre la creciente necesidad de contar con información accesible y transparente como consumidores. Sin embargo, los beneficios de los códigos bidimensionales no se limitan al usuario final. Las empresas también requieren procesos más claros y eficaces que reduzcan tiempos, costos y pérdidas, además de abrir la puerta a la expansión y escalabilidad del negocio.
Los códigos 2D almacenan información en dos ejes —X y Y—, a diferencia de los códigos 1D, cuya estructura es únicamente lineal. Gracias a ello, su capacidad de almacenamiento es exponencialmente mayor. Dependiendo del tipo de código, pueden contener entre 7,000 y 8,000 caracteres.
Si quieres conocer los tipos de códigos 2D que existen en el mercado, da clic aquí para leer el blog “Tipos de códigos 2D”.
Pero su valor no se limita a la cantidad de información: también permiten integrar datos clave, como por ejemplo:
Gracias a estas capacidades, los códigos 2D mejoran la seguridad, la trazabilidad y la toma de decisiones comerciales.
Por ejemplo, si posees un lote con fecha de caducidad cercana, puedes aplicar descuentos o dar prioridad a su venta para evitar pérdidas. O si en la línea de producción ocurre un incidente, podrás identificar el lote afectado y proteger al consumidor con una sola escaneada.
Además, los códigos 2D son más resistentes a daños físicos y pueden seguir siendo legibles incluso si parte del código está deteriorado.
En definitiva, representan una evolución que conecta la eficiencia empresarial con la transparencia que los consumidores esperan.
En todos los sectores, sin importar su tamaño, cuando hay espacio para la mejora, la tecnología encuentra su lugar. Los códigos de barras no fueron la excepción. Hoy vivimos un momento de transición: a vísperas del 2026, nos encontramos ante un panorama revolucionario donde los sistemas de identificación transformarán la experiencia de toda la cadena comercial.
No importa si eres CEO, comprador, operador o cliente final: el cambio está a la vuelta de la esquina. Se prevé que para 2027 las principales cadenas comerciales del mundo adopten de forma definitiva los códigos 2D como nuevo estándar.
Las diferencias entre un código 1D y uno 2D van mucho más allá de su apariencia.Mientras el código 1D solo permite una lectura lineal y una cantidad limitada de caracteres, el 2D puede almacenar miles de datos en menos espacio y ser leído desde cualquier dirección. Los códigos 1D registran principalmente información operativa, como el precio o el número de producto, mientras que los 2D abren la puerta a una comunicación más rica: trazabilidad, seguridad, transparencia y conexión directa con el consumidor.
En resumen, los códigos 1D representan la eficiencia del pasado; los 2D, la inteligencia del presente y el futuro. Adaptarse a esta evolución no es solo una cuestión tecnológica, sino una oportunidad para construir confianza, optimizar procesos y ofrecer experiencias más completas en cada punto de contacto.